'Si yo no puedo, tú tampoco': el miedo, el cansancio y la rabia ante el incumplidor disparan las denuncias de ciudadanos

Hasta que llegue el toque de queda, en la capital muchos quieren 'quemar la noche'. De nuevo se han visto en las zonas de marcha en Madrid aglomeraciones en calles, terrazas y locales. Los franceses, de nuevo, encantados con que esté todo abierto y el alcohol a buen precio.
La Policía desaloja una fiesta ilegal en Madrid.
Hasta que llegue el toque de queda, en la capital muchos quieren 'quemar la noche'. De nuevo se han visto en las zonas de marcha en Madrid aglomeraciones en calles, terrazas y locales. Los franceses, de nuevo, encantados con que esté todo abierto y el alcohol a buen precio.
El miedo, el cansancio y la rabia ante el incumplidor disparan las denuncias de ciudadanos

Policía de balcón, 'gestapo' vecinal o sheriff de escalera. Da igual el término, es todo lo mismo: expresiones que surgieron al principio del confinamiento, en marzo de 2020, para describir a quienes se asomaban a la calle para vigilar -y censurar- el comportamiento de sus conciudadanos. Al más puro estilo James Stewart en 'La ventana indiscreta', parte de los españoles ocuparon su encierro en controlar a los transeúntes y reprocharles sus idas y venidas en un momento en que la población estaba aislada en su domicilio. Ahora, este movimiento se ha reactivado en forma de denuncias por incumplir las medidas anti-COVID.

No obstante, los dos escenarios distan de ser iguales. Hace un año, los vecinos juzgaban a los viandantes sin conocer sus circunstancias y los abucheos tuvieron como destinatarios, en algunos casos, sanitarios que volvían de su turno en el hospital o padres que paseaban con sus hijos con trastornos del espectro autista. En la actualidad, estos policías de balcón denuncian hechos netamente sancionables, como música demasiado alta, una afluencia excesiva en una vivienda o un local o mesas ocupadas por más gente de la permitida.

Esta tendencia a delatar a quien incumple la normativa ha ido en aumento en los últimos meses, según informan los sindicatos policiales, y no hay fin de semana en que los agentes no se afanen en desarticular fiestas ilegales, celebradas muchas veces en apartamentos turísticos o locales. Entre las más polémicas, una organizada en un piso del madrileño barrio de Salamanca donde los funcionarios irrumpieron hace unas semanas después de varias llamadas de los vecinos a la autoridad y de que los organizadores se negaran a abrir. La polémica se desató a raíz de la cuestionada actuación de los miembros del Cuerpo.

Sin embargo, no son las fiestas en pisos los únicos comportamientos punibles que los ciudadanos ponen en conocimiento de la Policía. Las llamadas anónimas también han permitido detectar personas que fuman sin mantener la distancia de seguridad o terrazas en las que no se respeta el aforo máximo por mesa. Incluso las redes sociales han jugado un papel crucial en esta participación de la sociedad: una persona desde Alicante telefoneó a los agentes de Lugo para denunciar a un individuo que caminaba sin mascarilla y con un cigarrillo al que estaba viendo en directo a través de una plataforma digital.

Aumento de las denuncias vecinales

"Es cierto que ha habido un aumento del número de llamadas relacionadas con fiestas y ruidos en el domicilio de los vecinos. También hay alguna denuncia sobre el aforo en las terrazas, pero no tiene comparación. Además, ahí está mucho más controlado y nos resulta mucho más fácil la inspección", explica a 20minutos Pablo Pérez, portavoz del sindicato policial Jupol. 

En este sentido, considera que esta colaboración es "útil", porque, incluso cuando los anfitriones de las fiestas no abren la puerta, la celebración termina y las molestias cesan. Asimismo, sostiene que ayuda a que los participantes tomen conciencia de la situación. No obstante, tras lo ocurrido en Madrid, pide una "legislación más taxativa" sobre estos casos.

También valora positivamente las llamadas Carlos Morales, portavoz nacional del Sindicato Unificado de Policía (SUP): "No queda otra que recurrir a la participación ciudadana. En Madrid hay 9.000 viviendas de alquiler turístico, y los agentes no pueden estar detrás de cada uno para ver si hay 40 personas dentro de un habitáculo de 40 metros cuadrados. Yo creo que se ha obtenido un buen resultado".

"Es cierto que ha habido un aumento del número de llamadas relacionadas con fiestas y ruidos en casa de los vecinos"

"Se junta un poco todo: el miedo, la rabia, el cansancio, la frustración..."

En cuanto a los motivos por los que la ciudadanía se anima a señalar a sus vecinos ante las autoridades, el catedrático en Psicología de la Universidad Complutense de Madrid Antonio Cano Vindel apunta que, a las molestias generadas por los ruidos ya existentes antes del coronavirus, se suma el miedo a la pandemia. "Denuncian a personas que no están cumpliendo las leyes de seguridad por la COVID y están poniendo en riesgo su propia vida, su salud y las de su familia", ahonda.

"Es autoprotección, están defendiendo sus derechos. Ahora ya no se trata solo de si te dejan dormir, sino de si te dejan vivir", añade.

Al miedo y las molestias, Rosana Pereira, directora de Haztúa Psicología Positiva, suma la frustración. "Cuando a uno le prohíben algo y los demás lo hacen, le queda el recurso de impedírselo. Es el pensamiento de: 'Si yo no puedo, tú tampoco'. Se trata de una forma de gestionar este sentimiento, aunque tal vez no la más adecuada", detalla. Y, si bien destaca que las razones varían de una persona a otra, agrega: "Se junta un poco todo: el temor, la rabia, el cansancio de tanto tiempo con limitaciones...".

Respecto a la conveniencia de que exista esta figura de la policía de balcón, se pronuncia M.ª Paz García Vera, catedrática de Psicología de la UCM, que piensa que puede tener un papel relevante. "En España, somos una sociedad que nos cuesta denunciar a los demás y está mal visto. Esto puede ser muy grave en algunos casos, como la violencia de género, y lo es menos con infracciones leves. Es difícil el equilibrio. Hay que recordar que el control social es un factor importante para que las personas cumplamos ciertas normas, pero en ocasiones puede equivocarse", puntualiza.

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